Arnaldo Óscar Garcés Diez (79) de San Luis, Argentina falleció el 21 de noviembre de 2020. Había nacido el 14 de mayo de 1941 en La Totora, pequeño pueblo minero de la provincia de San Luis. Terminó sus estudios secundarios en la capital de la provincia, desplazándose luego para sus estudios universitarios a San Juan, completando la especialización en Ingeniería de Petróleos en Mendoza.
Mientras estudiaba, trabajó en la administración pública de San Juan y como profesor de Educación Física en Mendoza. En ese entonces, como activo deportista, practicaba fútbol, ping pong, baloncesto y tenis. Terminados sus estudios, su primer trabajo como Ingeniero de Petróleos fue en ESSO Refinería de Petróleos ubicada en Campana, en la provincia de Buenos Aires. Completó su formación en la Universidad del Salvador- Buenos Aires, realizando un Master en Dirección de empresas.
Arnaldo e Irma se casaron en 1971 en Mendoza y fijaron su residencia en Campana a 75 km de Buenos Aires. Allí tuvieron a su primera hija Mariángeles y dos años más tarde a su segunda hija, Analía. Al poco tiempo, con el último golpe de estado en el que los militares argentinos irrumpieron en la política del país, en 1976, la pareja decidió abandonar el país y establecerse en España.
Ya en Madrid, Arnaldo trabajó en la empresa española-francesa Sereland como Ingeniero en el área de Energía y Medio Ambiente. Se formó exhaustivamente en Conservación y Uso eficiente de la energía, auditorías ecológicas y energéticas. Transcurridos 8 años, en los que además de crecer profesionalmente, recorrió Europa junto con su familia, recibieron al último miembro, Sergio.
Después de 10 años de trabajo en España fue contratado por Naciones Unidas, Unión Europea y Banco Mundial para dirigir proyectos en otros países. En Perú durante 8 años y en Chile durante 4 años. Fue Director de Proyectos en ambos países llevando a cabo auditorías energéticas, proyectos sobre energía solar y energías renovables (aprovechamiento de la biomasa para generación de energía y cogeneración), que lo llevaron hasta la India y el sur de Chile (isla de Chiloé).
Conscientes los organismos internacionales, del cambio climático _provocado en parte por los gases de efecto invernadero que resulta de la quema de combustibles fósiles_ promovieron el desarrollo de proyectos similares en países de Latinoamérica, Europa y Asia, donde Arnaldo Óscar continuó con su cruzada por un planeta limpio. Estuvo en Nicaragua, Colombia, Venezuela, México, Dinamarca, Eslovaquia, Finlandia, Rumanía, Suecia, Bélgica, Polonia, Papúa Nueva Guinea y Abu Dhabi.
De vuelta en España, afincado en Marbella, continuó trabajando como Consultor Internacional y luego se dedicó a las Finanzas y Economía.
Disfrutaba de las cosas sencillas de la vida, un paseo por la playa, un baño en el mar, correr, un partido de fútbol, una buena película, un libro interesante, un asado a la parrilla con su correspondiente sobremesa, la comida peruana con un buen vino, pero sobretodo, lo que más le ilusionaba era estar con sus nietos, jugar con ellos como un niño más, llevarlos de paseo y leerles un cuento.
Dedicó más de 30 años de su vida a la problemática energética-medioambiental orientada a usar eficientemente los recursos naturales (petróleo, gas, carbón) así como la utilización de las fuentes renovables de la energía (solar, eólica, biomasa, etc.). Fue uno de los pioneros en proponer acciones para frenar el cambio climático cuando poco se hablaba de ello. Sin embargo, pensaba que las sucesivas cumbres sobre el cambio climático no habían producido los cambios necesarios, ya sea por falta de compromiso de los países, carencia de medidas drásticas, indiferencia y negativa de algunos gobiernos en reconocer el cambio climático como el mayor desafío de nuestro tiempo.
Durante los últimos cuatro años de su vida su enemigo fue otro: el cáncer, que certeramente fue minando su resistencia y apoderándose de su cuerpo. Luchó lo indecible con su fortaleza física y mental, su tenacidad y ganas de vivir, dando un gran ejemplo sobre cómo afrontar las situaciones más adversas sin dejar de sonreír a la vida. Lamentablemente, perdió esa batalla.
Dejó esposa, 3 hijos y 3 nietos: Sienna, Sebastián y Carlos.
La familia agradece profundamente a CUDECA (Cuidados para el Cáncer), por los cuidados paliativos que le brindaron en sus últimos días e invita a efectuar donaciones a esta Fundación.
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